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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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martes, 25 de mayo de 2010

Opciones

Resumiendo al máximo: a mí sí me gustó el desenlace de Lost. Y mucho, además. Creo que voy a echar de menos esa isla y a los pasajeros del vuelo de Oceanic...

Ahora habrá que centrarse en lo que hay que centrarse: se aproximan oposiciones en las que va incluída la plaza que ocupo actualmente como interino. Auxiliar administrativo, para más señas. Y ante mí se abren dos opciones: presentarme o no. Si lo hago debería de ser con todas las consecuencias: horas y horas de estudio y preparación para lograr el objetivo; y si no acudo a la convocatoria será porque prefiero buscarme la vida por otro lado ya que aquí no me conservarán la plaza in aeternum. Ergo, la clave está en tomar la gran decisión: ¿quiero ser funcionario el resto de mi vida, o no? Con la que está lloviendo en nuestro país (perdón: en ESPAÑA) con el asunto de los recortes salariales y, sobre todo, la de palos que le están cayendo a los empleados públicos desde que se anuncian algunas medidas de presión (lógicas y legítimas, por supuesto) lo cierto es que la duda que ya tenía antes de la convocatoria de la oposición no ha hecho más que agudizarse. Siempre he creído que la parte más negativa de conseguir una plaza de funcionario, esto es, un trabajo del que sólo pueden privarte si has cometido un delito doloso y te han pillado in fraganti, más o menos, es que la persona que la ocupa se funcionariza. Suena redundante, pero tiene una explicación lógica: llegas a un puesto de trabajo para toda la vida con ganas de comerte el mundo y agradecido al sistema por haberte dado la oportunidad de acceder a él; luego observas a tu alrededor y sobre todo a las personas que ocupan plazas similares a la tuya y contemplas su ritmo de trabajo, su labor. ¿Qué ves? Desmotivación. Ningún objetivo real. Mínima presión. Ni riesgos, ni peligro. ¿Qué haces? Amoldarte a tu nuevo hábitat, lo quieras o no. Yo, que llevo observando varios años todo esto lo he comprobado en mí mismo: sin quererlo, sin haberlo pretendido he adoptado las mismas formas de trabajo de los que me rodean: me he funcionarizado, aunque no lo pretendía, y mi único objetivo es entrar y salir a mi hora y cobrar a fin de mes.

Aunque los tiempos no están para hacer tonterías laborales sigo confiando mucho en mí mismo, así que no me dolería lo más mínimo renunciar a lo que ahora mismo tengo e intentar buscarme las habichuelas en algo que me satisfaga un poco más. Algo que aunque me someta a algún tipo de presión o me prive de todas las ventajas del funcionario (funcionarizado) me haga sentir un pelín más motivado, más... vivo. En resumen: aunque no tengo absolutamente nada contra una vida de lo más normal y anodina, como ya he escrito por aquí, ahora mismo tengo la impresión de que está a punto de pasar el último tren hacia algo más... estimulante, por decirlo de algún modo. Si lo pierdo o lo desaprovecho... puede que pierda algo más que una simple oportunidad laboral.

Tendré que pensar en ello muy en serio...



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