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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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jueves, 14 de octubre de 2010

Amargado

- Oye, que acabo de leer que ¡Bardem va a hacer la peli!

- No me jodas... ¡pero si ni siquiera se quitaron de encima la mierda de más de dos meses encerrados! ¿Y ya están pensando en una película?

- Como lo oyes. Recién leído en elmundo punto es. Una productora yanqui se puso en contacto con él para ser el protagonista. ¡Ya sólo falta que a la Pe la pongan de la amante de ése tal doctor ‘Barrios’! Que a ver qué hace el tipo ahora con su esposa, por cierto, vaya marrón...

- Sí, y de presidente de Chile Harrison Ford, no te jode, con Antonio Molina en la banda sonora... Ya lo estoy viendo, lo que podría ser una cojonuda historia de superación y de solidaridad humana va a terminar convertida en ‘Gran Hermano 753’, verás tú.

- Oye, que tampoco está tan mal que los tipos esos se ganen ahora un par de pavos en compensación por todo lo que pasaron. ¡Bien merecido se lo tienen!

- Sí, hombre, sí, claro que sí. Venga, va, todos corriendo a buscarse un representante que les gestione los derechos editoriales de su versión de la historia, más los abogados para que redacten los contratos de imagen de sus apariciones en televisión, los de eBay como locos intentando convencerlos de que subasten con-fines-benéficos-por-supuesto el casco, el traje de minero y hasta los gayumbos, y los bancos ofreciéndoles el oro y el moro para encargarse de los modestos royaltis que les van a proporcionar todos esos tiburones... No me jodas, hombre... Una cosa es que cuenten la historia y se beneficien de ello, y otra muy distinta el circo que se está montando cuando aún llevan el sudor de la mina pegado a la ropa...

- Jooooooder con el colega, parece como si te corroyese la envidia... ¡ya quisieras tú que el Bardem hiciera de tí en una peli! ¡Quién me diera a mí! ¡Y con la Pe al lado, encima! ¡Amargado, que eres un amargado!

- (suspiro) Encima. Pero en qué mierda de mundo vivimos, la madre que me parió...





lunes, 11 de octubre de 2010

No meneallo

Ya decía mi abuelo que casi siempre es mejor dejar las cosas como están. O 'Peor es meneallo', que decía don Quijote. Cierto es que mi abuelo era una persona conservadora y un tanto temerosa de los riesgos a los que te exponía la vida, pero la experiencia le daba cierta autoridad y yo, que era un mocoso cuando soltaba sus diatribas, tomaba aquellas palabras como si las hubiera pronunciado un cura. Luego la vida me fue enseñando que, o te arriesgas un poco, o te quedas atrás. Ayer recordé lo que me decía aquel viejo tras salir de ver en el cine la continuación de ‘Wall Street’. Uno de los iconos de mi juventud cinematográfica fue, sin duda, el personaje de Gordon Gekko que interpretó Michael Douglas en la primera entrega, aquel tiburón de las finanzas que no dudaba en pasar por encima de quien fuese o de lo que fuese para honrar a su único y verdadero dios: el dinero. Y me temo que no fue un icono únicamente para los amantes del cine, sino que muchos brokers de la vida real lo tomaron como ejemplo y luego, desgraciadamente, ocurrió lo que ocurrió. Sea como sea, yo me pasé años riéndome de las malas imitaciones que se intentaron hacer en otras películas de aquel demonio sin alma.
El caso es que creo que esta segunda parte, anacrónica y tardía, le pilla a su director Oliver Stone con el paso cambiado. Da la sensación, tras contemplar el farragoso guión que tuvo que desarrollar para filmar esta película, que el hombre buscaba algún tipo de redención moral o ética por creer que su primer filme había influído demasiado en la última generación de brokers de Wall Street. Como si hubiese llegado a la conclusión de que se había pasado de rosca al filmar la primera parte. ‘Chicos, ya sé, con la primera os obligué a ser muy, pero que muy malos, aunque nos os preocupéis: ahora os voy a enseñar a ser lobos como el del cuento de Caperucita’. Así que cogió al personaje de Gordon Gekko, lo ablandó con ocho años de cárcel, le dejó la misma piel y la misma apariencia fría y amoral de un Terminator con traje y corbata de Prada ... pero cometió el fallo de incluir un corazón en el paquete. Con lo que le salió una moraleja de cuento barato y chusco, de final incomprensible e inverosímil, y de paso derribó de un plumazo uno de los personajes de ficción más intensos de las últimas décadas.
¿De ficción? Ahora, sin duda, sí. Oliver Stone ha rebajado a Gekko a personaje de cuento vulgar o de novela barata, lo que me entristece un poco. Y lo peor de todo es que lo ha hecho sin motivo aparente. ¿De verdad necesitaba filmar esta segunda parte? Es como si a Thomas Harris le entrase remordimiento por haber creado al gran Hannibal Lecter y decidiese que en lugar de comerse al director del siquiátrico que tanto lo puteaba terminase haciéndose amiguito de él. Un disparate.
Así que mi abuelo y don Quijote, después de todo, tenían algo de razón. En ocasiones es mejor dejar las cosas como están...


P.S.: En tres o cuatro días rescatarán a los 33 mineros chilenos. Bien. Ahora se va desvelando que algunos se rebelaron contra el jefe de turno, que otros no aceptaron al sicólogo que intentó ayudarlos y que hay unos cuantos, en fin, que están sorteando quién sale de último, para así entrar en el libro Guinness de los récords como el que más tiempo sobrevivió bajo tierra a gran profundidad... Como se ve, hay historias que la vida escribe mejor que el más premiado de los guionistas de Hollywood...

viernes, 8 de octubre de 2010

Un amiguete me consiguió dos entradas para el preestreno anoche de ‘La red social’, ese megaspot publicitario sobre Facebook y su creador que rodó David Fincher, el de las fabulosas ‘Se7en’ y ‘El club de la lucha’ (y ‘Alien3’, aunque de ésta reniega vehementemente). Leí en una entrevista promocional que el guionista, que lo es también de la serie ‘El Ala Oeste de la Casa Blanca’, quiso elaborar un retrato de un tío brillante de intelecto pero estúpido socialmente, sin tener para nada en cuenta que los personajes que refleja son muy jóvenes aún hoy en día, por muy multimillonarios y famosos que sean.

A mí no me dio el pego: la peli me gustó, tiene momentos brillantes (como en los que se cuenta la superioridad intelectual que sabe que tiene el protagonista sobre los abogados que lo interrogan, los cuales también son conscientes de ella muy a su pesar, seguramente; o la pelea entre los dos amigos de Harvard tras la traición de uno de ellos. O la escena final, cómplice con los usuarios de Facebook más activos) y no trata al espectador como si fuese idiota, ni de esa forma condescendiente que suele emplear Hollywood en la mayoría de sus blockbusters (véase la reciente ‘Origen’, por ejemplo: alguien pensó ‘hala, vamos a rodar una peli para que la gran masa cineadicta se sienta satisfecha neuronalmente y no se nos acuse de rodar únicamente pastiches de encefalograma plano’ y se quedó tan ancho), pero no me creo que carezca de intenciones propagandísticas ni que, me temo, el que esté en realidad detrás de todo el tinglado no sea el propio Mark Zuckerberg, el padre (de 26 años hoy en día, no lo olvidemos) de Facebook. Si en ese mundillo te presentan una demanda hasta por mirar mal a tu perro, un tío que tiene una empresa valorada en 25.000 millones de dólares que se sintiese ofendido de verdad le hubiese lanzado un ejército de abogados a la Sony, distribuidora del filme, por intromisión en su imagen pública y en su honor (palabra y concepto, por cierto, que sólo se emplea para ésto: para denunciar que atentan contra él) que ríete tú del juicio de O.J. Simpson.
Resumiendo: que la peli apesta a paripé, a una trampa bien elaborada; pero no creo que sea más que puro negocio. Tratándose de Hollywood no debería sorprender a nadie, pero es que envuelven tan bien el regalito que la mayoría lo aceptamos sin protestar. Y si alguien lo hace, la respuesta ya está preparada: no seas gilipollas, que estamos hablando de la Fábrica de los Sueños... ¡todo es mentira!
En fin. No seré yo quien se lamente de lo que sale de la meca del cine, con lo que me hace disfrutar. Pero sí me quejo de que, en ocasiones como ésta, nos la quieran meter doblada. Hasta el fondo.

Que a veces duele, coño.

martes, 5 de octubre de 2010

Toc, toc...

Qué haría yo sin la entrañable estupidez humana, me pregunto. ¿Y porqué, comprobando tantas veces que es un rasgo inseparable de las personas, continúa sorprendiéndome? Pero hay ocasiones (trascendentales, encima) en las que nos pasamos de la raya de tan estúpidos y no puedo permanecer callado. Me explico. Dos universidades americanas acaban de descubrir un planeta, otro más, de nombre Gliese 581g. La novedad es que es el primero que se encuentra dentro de la zona de habitabilidad de su estrella, una enana roja (Gliese 581, obviamente), con unas condiciones teóricas aptas para la vida humana. En realidad no han descubierto el planeta, sino la evidencia de que en ese lugar del espacio tiene que haber uno; suficiente de momento para que se pueda teorizar sobre él, a la espera de que el nuevo telescopio espacial James Webb, que se lanzará en 2014, les permita descubrir alguna evidencia más. El caso es que, de nuevo, el debate a que da lugar el tema es que cada vez estamos más cerca de descubrir que no estamos solos en el Universo, que las pruebas de que tienen que existir civilizaciones inteligentes ahí afuera están a punto de desvelarse y que no debe faltar demasiado para que podamos establecer contacto con alguna inteligencia sideral o algún bicho semejante.

Y aquí está el punto. Da igual que las mentes más sabias nos alerten del peligro que supondría establecer contacto con una supuesta civilización capaz de viajar interestelarmente, con todo lo que ello supone, tal y como Stephen Hawking lleva haciendo desde hace varios años. No importa lo que sabemos acerca del choque que se ha producido cuando una civilización humana descubrió otra a lo largo de la Historia. Ni que observemos, día tras día, lo que ocurre cuando una especie animal ocupa un territorio, esté o no ocupado por otra especie. Supongo que esas imágenes cinematográficas en las que la raza humana siempre sale vencedora de cualquier tipo de invasión alienígena son difíciles de olvidar incluso para las preclaras mentes de los científicos más avanzados, pero no hay que ser muy listo para comprobar, a poco que uno se pare a pensar, que cuando alguien llame a nuestra puerta llegando desde un sitio muy, muy lejano no va a ser para dejar una tarjeta de visita y ofrecernos la mano educadamente. Por eso creo que hay ocasiones en que la estupidez humana es trascendental: montamos un costoso y espectacular sistema de búsqueda de inteligencia extraterrestre (el famoso SETI) pero no se nos ocurre pensar en qué haremos cuando alguien nos responda. Y si alguien lo ha pensado... sea lo que sea que tenga preparado, tiene que ser una peligrosa ingenuidad. Imaginemos que en la Luna hay habitantes cuya tecnología no les permite salir de su planeta, y que nosotros llegamos con unas cuantas naves y nos posamos en su planeta. ¿Qué ocurriría? Pues lo que ocurrió cuando Colón, Orellana y Hernán Cortés llegaron a América. Que les pregunten a los nativos. O más claro todavía: cuando paseamos por el campo, ¿les pedimos permiso a las hormigas para hacerlo, ellas que llevan allí toda la vida? ¿O, simplemente, les pasamos por encima?

En fin. Hace tiempo yo creía que el principal objetivo de la raza humana era precisamente éste: salir de nuestro planeta y ampliar los límites del Universo conocido. Pero hoy ya no lo creo. Más bien estoy convencido de todo lo contrario: en nuestro planeta hay de todo, así que ¿para qué buscarse complicaciones intentando encontrar a E.T.?

Lo malo es que también estoy convencido de que E.T. existe. Y que algún día, antes o después, él nos encontrará a nosotros. Y cuando llame a nuestra puerta seremos tan estúpidos de abrírsela de par en par...

Toc, toc...