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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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viernes, 21 de mayo de 2010

Guapas y guapísimas

Hace pocos días añoraba el sol y el efecto beneficioso que suele tener en mi estado de ánimo, y sobre todo echaba de menos la gran cantidad de tiempo que la luz solar está con nosotros en verano. Como no podía ser de otra manera hoy echo pestes contra el calor casi infernal que tengo que soportar (que aún estamos en mayo, por diossssss...) y ya llevo varios días esperando que caiga la noche para poder respirar un poco. Que sí, que nunca estoy contento, que ya lo sé.

Ahí atrás me contaba un buen amigo mío que él clasifica a las mujeres en dos grupos: guapas y guapísimas. Venía a cuento porque acababan de presentarle a una mujer que le pareció fea, pero fea de verdad, con lo que ya podía ir haciéndome una idea de lo poco agraciada que era la tipa en cuestión, que consideraba una excepción dentro de su criterio un tanto amable para mi gusto. Una vez comentada la anécdota pensé que yo, sin embargo, en cuanto a la catalogación de las personas en cualquier tipo de categoría amplío el abanico casi hasta el infinito: entre cardo borriquero y bellezón deslumbrante caben un sinfín de niveles, y todos ellos están ocupados por un montón de individuos/as. Me ocurre lo mismo, desde luego, con cualquier cualidad que defina a los seres humanos, no sólo a la apariencia física: he conocido a gente verdaderamente hija de puta y también a personas relativamente bondadosas en medio de las cuales hay, nuevamente, todo un repertorio de categorías. Mi escasa confianza en el ser humano en general, y en el ciudadano medio – consumista – occidental – europeo suroccidental en particular (que es el que mejor conozco, obviamente) hace que esta clasificación personal tenga más niveles en color rojo que en verde. Lo que también me lleva a que, si tengo que poner nota a los distintos grupos sociales que pululan por el mundo también podría llenar toda una base de datos con calificaciones que fuesen del cero al mil. Un ejemplo: podría formar una categoría con todos los violadores del mundo. Cero de nota, por supuesto. Dentro de ellos, una subcategoría con los que sufren una patología, que los habrá, y que no pueden reprimir sus instintos aunque lo intenten: enfermos, en una palabra. Cero con cinco. Dentro de esos violadores, tenemos los que además disfrutan torturando y matando: nota por debajo de cero, y escrita con escalpelo en su piel con su propia sangre, a ser posible. Podría inventar asimismo un grupo con los españoles: aprobado raspadillo, supongo, aunque tendría que pensarlo bien. Alemanes: nota reservada. Requeriría un profundo repaso de la historia, y hay tantos claroscuros que es necesario el análisis de mucha, mucha información... Y podría añadir el de los norteamericanos, por ejemplo; y también europeos; mongoles; gitanos; adolescentes; genios; artistas; subnormales (término políticamente incorrecto, pensarán algunos, pero que significa exactamente lo que yo quiero que signifique: gente por debajo de lo normal), panaderos, enfermos terminales, políticos, estafadores (no sé porqué me vienen a la mente juntas estas dos categorías...), pirómanos, eclécticos, pusilánimes, posmodernos, caníbales, gordos y delgados, malos y buenos... En fin, una lista sin fin en la que, además, cada uno figuraríamos en varias de esas categorías. Y cada una con su nota, o calificación.

Todas ellas se podrían resumir fácilmente en dos categorías principales: hombres y mujeres. Salvo excepciones que confirman la regla, todos los seres humanos pertenecemos a una de esas dos. Y yo, que al igual que mi amigo de las guapas y guapísimas tiendo a valorar a todo y a todos, también tengo mi opinión acerca de cada una de ellas. Es decir: los hombres me merecen una opinión y una nota, y las mujeres otras. Y bien distintas, por cierto.

Pero hacer pública mi postura sobre eso sí sería ser políticamente incorrecto y, lo peor de todo, arriesgado e inútil: fuese cual fuese siempre, siempre me lloverían palos desde algún lado.

Así que casi mejor haré como mi amigo: a un@s les pondré buena nota, y a l@s otr@s aún mejor.

Unos guapos, y otras guapísimas...






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