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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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miércoles, 19 de mayo de 2010

Mi vida, ¿una telecomedia?

Lo que suponía: es aparecer el buen tiempo y todo el mundo a torrarse sacando los cuernos al sol y mostrando sin demasiado pudor las carnes palidecidas por el largo invierno. Ya están también por aquí las hordas de turistas desembarcados del crucero de turno con sus calcetines marrones cubriéndoles toda la pantorrilla, perdidos sin remedio por nuestra pequeña y descuidadísima ciudad vieja y sacando fotos sin descanso al Ayuntamiento, a la estatua de María Pita (que no tienen ni pajolera idea de quién es, así de bien nos vendemos los coruñeses) y a los bancos de piedra de la Maestranza, que yo lo he visto. No me cabe la menor duda de que esto es un (d)efecto más de la globalización: cuando salimos por ahí nos portamos todos, todos exactamente igual, es decir, como idiotas.

A mí suele darme igual la época del año en que vivo, aunque como ya he escrito anteriormente me encanta la luz que desprende el verano. Se ven las cosas con otra perspectiva, desde luego. Así que como la coyuntura fiduciaria no me permitirá ejercer de idiota en el extranjero y la playa como que ni fú ni fá, he hecho acopio de algunas series antiguas con las que ir tirando durante la época estival. Más que nada porque las actuales terminan temporada y uno ya se siente un poco como huérfano si no hay un serial que seguir con regularidad. Por cierto, a ver cómo coño resuelven Lost; desgraciadamente, me temo lo peor y que el desenlace vaya a ser decepcionante... Decía que conseguí (o sea, me descargué de gratís con total impunidad) algunas series, en concreto Seinfeld y Cheers, clásicos de la risa fácil donde los haya y que hace varios años que no disfruto. Cada una tiene entre 150 y 200 capítulos de unos veinte minutos, más o menos, con lo que calculo a ojo de buen cubero (a ver, 1 euro al que sepa de dónde viene la frase) que me permitirán tener ocupados tres o cuatro meses durante las horas previas al sueño nocturno. Sólo con pensar en ello casi me río recordando algunos momentos que perduraron en mi memoria... En fin, teniendo en cuenta que me acabo de chupar enteritas y casi de un tirón Friends y Frasier, otros dos enormes clásicos de la telecomedia USA hay que llegar a la inevitable conclusión de que mi vida social es, por decirlo de un modo suave y poco hiriente, un poco escasa.

Pero mira, uno lo tiene asumido, así que... tampoco hay mayor problema. Ya vendrán otros tiempos. Esta noche lanzo una moneda al aire y, si sale cara, empiezo con Seinfeld. Y si sale cruz, Cheers.

¡A reírse tocan! ;-)

 

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