Este fin de semana me acerqué al cine un par de veces para cumplir con mi habitual liturgia: el viernes fui a ver The crazies y ayer, Legion. La primera es un remake de una peli del mismo título de George A. Romero que recordaba bastante bien, de hace casi cuarenta años, sobre unos muertos que vuelven a la vida por una fuga radiactiva en un pequeño pueblo de aquella América profunda. Tenía un poco de denuncia acerca del peligro nuclear que volvió loco a casi todo el planeta en la guerra fría pero, sobre todo, era una excusa para que el maestro Romero nos mostrase a sus seres humanos favoritos: los muertos vivientes. Hubo una época en la que me fascinaba el tema zombie y me tragaba todo lo que caía en VHS en mis manos: y cuánta más sangre y vísceras saliesen, más disfrutaba con la película. Aquellas cutreces como ‘Redneck zombies’, ‘La noche de los muertos vivientes’ o cualquier splatter italiano me fascinaron tanto que aún hoy las recuerdo con cierto cariño, aunque reconozco que eran una auténtica bazofia cinematográficamente hablando. Pero a mí me servían para contentar a la parte más enfermiza de mi mente, ésa que todos tenemos y que nunca reconocemos ante nadie. El final era impactante y por ello me acerqué con curiosidad a ver esta nueva versión cuyo trailer había atraído mi atención. Y la cosa no estuvo mal: la peli tiene ritmo, es entretenida y hasta los actores, que me parecían sospechosos en principio (Timothy Oliphant y Rhada Mitchell, cuyos trabajos anteriores me daban mala espina) están bastante bien. Los infectados acojonan bastante y hay un par de escenas incluso brillantes, como el descubrimiento del avión que envenena el agua del pueblo y la resolución final, muy parecida a la de la peli original pero con más pasta para rodarla. También hay algunos sustos previsibles y tramposos, pero si no fuese así no sería una peli de terror. Bien.

Que, por cierto, quién pudiera volver a revivir aquellos años dorados...
youTube del día: