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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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martes, 20 de abril de 2010

Tarde

Anoche olvidé programar el despertador; por tanto esta mañana no sonó y me desperté muy tarde, con el consiguiente retraso en la llegada al trabajo. Tomé un café tardísimo, de hecho desayuné a eso de las 11,30; hice un par de llamadas de teléfono tarde, y también tendré que comer a destiempo al tener que retrasar la salida para compensar un poco el horario. Con lo que mi cita vespertina con el gimnasio igualmente se irá a las tantas y la llegada a la oficina de Los Rosales también será más tarde. Haga lo que haga, saldré mucho después de lo previsto, así que la bola de nieve temporal que fue creciendo a lo largo del día provocará que llegue a casa una hora o quizá más tiempo por encima de lo habitual. Y hoy tenía que llevar a cabo una tarea a priori irreemplazable antes de irme a dormir, dados los días que llevo retrasándola: planchar seis camisas, entre otras prendas.

Nada odio más en el mundo de la tareas domésticas que planchar. Hoy iba a dedicar dos horitas a ello, mínimo, así que el haberme quedado dormido me obligará a posponerlo, para no correr el riesgo de que mañana me ocurra lo mismo que hoy. Lo que me permitirá enchufarme al portátil y disfrutar de una peli, antes de acurrucarme en los brazos de Morfeo.

Y con una sonrisilla en la cara, claro. Si no se puede planchar, pues no se puede: las circunstancias me proporcionaron la excusa perfecta para disfrutar del fin del día mejor de lo que tenía planeado. Con lo que una vez más se cumple el dicho de que no hay mal que por bien no venga. Lástima que no siempre ocurra así...

Y las camisas, pues... mañana será otro día. ;-)

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