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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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miércoles, 14 de abril de 2010

R

Me parto. Hoy desayuno con la escandalosa noticia de que R está siendo vendida por partes a fondos de inversión extranjeros, más o menos. Lo más normal en un sistema capitalista: una empresa llama la atención de un inversor y éste, si tiene pasta, va a por ella. Lógico. Pero el titular más alarmante de la prensa es que ‘los nuevos dueños garantizan que no se perderá la galleguidad de la empresa’, recordando a continuación lo ocurrido con Unión Fenosa, la fusión de las cajas y algún que otro chanchullo financiero más y manifestando la mayor de las preocupaciones por el hecho de que el inversor sea extranjero.

O sea: que Inditex se coma el mercado textil en todo el mundo, arrasando con los pequeños comercios está bien; que Zeltia se esté rompiendo los cuernos para cortar parte de la tarta farmacéutica americana (y comérsela) es maravilloso; que Fadesa, cuando era Fadesa, se fuese cargando poco a poco a los pequeños proveedores y a los medianos promotores a cuenta de inflar su cuenta de beneficios era estupendo, mientras un gallego fuese su dueño; que ese dueño tuviese cero intenciones de hacer efectiva su condición de ‘gallego’ no importaba mientras el dato biográfico estuviese bien claro. Aquí lo único que importa es que la decisión sobre cómo explotar mejor al consumidor parta de alguien nacido en la tierra, aunque luego gaste e invierta en donde sea y como le salga de la real gana. Dentro de poco nos exigirán así que ejerzamos de gallegos: tener cuenta bancaria en la Caixa Atlántica (porque se llamará así, al tiempo), vestir sólo de Zara, leer a Manuel Rivas y comer pollos criados en Coren. Y pescado de Pescanova. Y leche de Feiraco. Y mp3 de blu:sens. Por supuesto, mientras un gallego las comande; después, que les den por culo.

Es que me parto de la risa, pero es por no llorar. Ya escribí que los corporativismos me tocan las narices, y esto no es más que otra forma de expresarlos; una cosa es que apoyes a la selección gallega de fútbol en un partido contra la asturiana, por ejemplo, y otra es que tu dinero, tus ahorros o tus propiedades tengan que regirse por el origen de los responsables de gestionarlos. Lo más gracioso es que por ahí fuera deben desternillarse igualmente cada vez que lean estos titulares de prensa, y lo más triste... es que los que los leemos nos sentimos obligados a preocuparnos por ello, como si nos llenase de orgullo que un gallego se forre a nuestra costa. Parece que todos asumimos que, si una empresa deja de ser gallega, es que dejará de ser una buena empresa. Vaya mierda...

Así es que tenemos la imagen por ahí que tenemos, pero ¿qué se puede esperar de una comunidad que tiene 3 aeropuertos internacionales en un diámetro de 150 kilómetros, o dos puertos exteriores (Coruña y Ferrol) en apenas 30? Pues que jamás avance. Que vaya a rebufo de los que no se pierden en localismos estúpidos.
Si el vecino hace algo es para joderme, así que yo más. Ése es nuestro lema.

Seremos paletos...

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