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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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martes, 6 de abril de 2010

Las mejores familias

Gracias al cielo todo termina, y la semana santa de este año ya pasó a mejor vida. Bendita rutina ésta de levantarme cada lunes, dispuesto a rodearme de montañas de papel en el chollo... Suena irónico, pero nada más lejos de la realidad: mi manía de ir a contracorriente de casi todo llega al punto de gustarme los lunes. Es lo que hay, y lo asumo.

Estos festivos pasados transcurrieron plácidos, tranquilos y sumamente aburridos, tal y como esperaba. Aproveché la ocasión para dar largos paseos y sumergirme en profundas cavilaciones y meditaciones acerca de los misterios de la vida (mía). Ésto sí es irónico. Pero también tuve, una vez más, la oportunidad de comprobar hasta dónde llega la codicia humana. En uno de esos paseos, a lo largo de la ribera marítima de Sada, mientras caminaba me fui acercando poco a poco a una pareja de tipos que se desplazaban en la misma dirección que yo llevaba a menor velocidad que la mía. Eran de mediana edad, iban bien vestidos y con las manos en la espalda, charlando al parecer animadamente. Cuando llegué a su altura, capté un par de frases de su conversación que despertaron mi curiosidad, y en lugar de adelantarlos apurando el paso, como normalmente haría cualquier persona discreta, me hice el distraído y, quedándome ligeramente retrasado con respecto a su posición, afiné el oído. Los tipos, al parecer hermanos, hablaban de alguien que estaba en las últimas horas de su vida; por el contexto y el tono de sus palabras, esa persona era su padre, o quizá un tío sin descendencia. Tan enfrascados estaban en su debate que no repararon en que había alguien apenas a tres metros de distancia, y mucho menos que podía oir lo que decían. El que tenía más próximo a mí comenzó a decir, elevando un poco la voz, que ‘tal edificio, como habíamos acordado, me lo adjudico yo; el otro tal edificio te lo quedas tú; el bajo nos lo adjudicamos proindiviso, y el chalet se lo puede quedar María (nombre ficticio)...’. ‘¡Qué coño dices! – contestó el otro -, María está bien donde está. Si se lo dejamos a ella ahora, cuando muera tendremos que volver a empezar con todo el papeleo y ya ves el lío que se está montando ahora, con la muy cabrona tocándonos los cojones porque dice que tiene derecho a...’. Hasta aquí fui capaz de seguir escuchando; una, porque en cuanto se percatasen de que alguien podría haber oído todo eso podía haber provocado una situación embarazosa, cuando menos; y otra, porque empecé a sentir un poco de vergüenza ajena: estaban repartiéndose los bienes de alguien que ni siquiera había fallecido aún. Por lo que decidí apurar el paso, sobrepasarles e intentar olvidar el asunto. ‘De todos modos, estas cosas ocurren todos los días, y hasta en las mejores familias’, me dije. Llegué hasta el final del camino, ahora apurando el paso, donde hay una cafetería muy maja con unas vistas estupendas y un café decente. Mientras me acodaba en la barra y pedía un americano, se abrió la puerta del local y entraron los dos tipos que acababa de escuchar. Fue en ese momento cuando ví por primera vez sus rostros, ampliamente sonrientes, y los reconocí. Eran dos personas públicas, bien conocidas en nuestra ciudad, y asiduos incluso de ciertos programas de radio y de hasta de televisión, si no recuerdo mal. Se dirigieron a la esquina opuesta a la que yo me encontraba, saludando a casi todos los presentes, así que concluí que eran habituales del local... o simplemente que la gente los reconocía, al igual que yo. El poder de los medios de comunicación, que dicen.

El caso es que, ya antes de que esos dos tipos se sentasen, decidí que a partir de ese momento, y por mucho que supiese que estas cosas ocurren todos los días... esos tipos tan conocidos iban a darme mucho, mucho asco. Por buitres.



P.S.: Un rápido repaso a las últimas pelis de cine que ví: Millenium 3 sobraba. Es la peor de la trilogía. Shutter Island, muy bien. Bien Leo, bien Ruffalo, Scorsese un crack. Los hombres que miraban fijamente a las cabras, entretenida. Una paranoia simpática. Clooney se sale, igual que Jeff Bridges. El libro de Eli: muy floja. No entiendo su éxito en USA, salvo por Denzel: es un panfleto seudorreligioso. El escritor: muy buena. Thriller poco original de Polanski, pero muy bien realizado. El final, de traca. Furia de titanes: floja. Su pase al 3D, un timo. Cómo entrenar a tu dragón: entretenidísima. Visualmente, lo esperado: espectacular. Acantilado Rojo: me fui antes de que acabase.
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