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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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viernes, 16 de abril de 2010

El efecto mariposa

Manda huevos. Un volcán se echa un pedo, y el olor llega a todo el orbe. Al menos es lo que propone la teoría del caos, que el aleteo de una mariposa puede provocar un tsunami en otra parte del mundo. Un volcán no es exactamente una mariposa, pero para el caso sirve de ejemplo. Pues uno se puso a escupir ceniza bajo un glaciar en Islandia y allá se va, al carajo, mi viaje de fin de semana a Londres: Heathrow cerrado por el polvo volcánico durante unos días y lo peor, la incertidumbre de no saber si en las próximas horas se va a abrir, al igual que el resto de aeropuertos del norte de Europa. Ya lo dice el spot publicitario, más o menos: la vida es lo que te ocurre mientras tú tienes otros planes. Así que no me quedó otro remedio que anular vuelos y reserva hotelera para no perder la pasta y quedarme con un chasco de narices de mil pares. Por no cagarme en la madre naturaleza.

Siempre queda el consuelo de tontos: ¿y si es cosa del destino? ¿Y si estaba escrito que en Londres me iba a atropellar un coche, ya se sabe, 'look right', y al no viajar ya no correré ese riesgo? ¿Y si algún otro pasajero estaba destinado a ser el padre del Anticristo, y al quedarse aquí ya no conocerá a la mujer que lo tenía que engendrar? Claro que también podría ocurrir al revés: que al quedarme en mi casa ocurra cualquier desgracia que no tenía que sucederme, qué sé yo, que me toque la lotería...

En fin, desbarres mentales aparte provocados por el cabreo que tengo, a lo mejor ya está aquí el comienzo del fin del calendario maya, ese que predice que en 2012 finalizará la humanidad tal y como la conocemos. O a lo mejor es cierto todo eso del cambio climático, que tanto niega Aznar y alguna gente de su calaña, y el planeta está preparándose para darnos un susto cataclísmico... Sea como sea, a mí lo que realmente me jode es que me haya fastidiado el fin de semana.

¿Egoísmo? Sí, por supuesto. Pero es que de vez en cuando una ración de superegoismo le viene muy bien a mi salud mental.

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