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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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martes, 13 de abril de 2010

El sentido de la vida

Qué tedio. Todas las mañanas las mismas caras, los mismos saludos y los mismos lugares de cada día. Puedo soportarlo. Ya dije en alguna ocasión que ciertas rutinas ordenan en cierto modo mi vida. Pero cada vez me cuesta más comprender las motivaciones vitales de los que me rodean, qué les lleva a levantarse cada mañana sin deprimirse. Siempre, siempre escucho las mismas historias (‘...ayer mi hijo vomitó ¡otra vez!...’, ‘...pues esta temporada se llevan las flores y lo marinero...’, ‘...vaya partido más malo/bueno/soporífero, la Liga está cantada desde hace semanas...’, ‘...qué buen/mal tiempo hizo, ¿que no?...’, ‘...la papa que cogí este viernes fue la hostia...’, ‘...qué mal está la situación, ya se sabe, la crisis...’), casi podría grabarlas y reproducírmelas el año que viene por las mismas fechas y evitar el tener que soportarlas de boca de los que tengo a mi alrededor. Hasta da la impresión de que las noticias que aparecen en los informativos son iguales año tras año, con variaciones en pequeños detalles, de que los escritores cuentan las mismas historias, las películas se parecen todas, el arte en general languidece o se repite a sí mismo, la violencia es recurrente una temporada tras otra... ¿Qué coño pasará con la gente, que cada día simplifica más el esquema nacer – crecer – reproducirse – morir? ¿Cuál será el sentido de la vida para la mayoría de los mortales? Exceptuando a unos pocos seres excepcionales, parece que nadie se percata de que su papel en esta vida es la de ser mero consumidor, de servir de intermediario entre una generación y otra sin otro fin que pasar de puntillas por la existencia humana, por la Historia. ¿De verdad es tan simple la mayoría de la Humanidad como para no darse cuenta? ¿Lo somos? ¿Es el hastío el verdadero sentido de la vida?

Cada día que pasa me convenzo más a mí mismo de que cuando una civilización extraterrestre pase por aquí (y lo hará, más tarde o más temprano), se comunicará en primer lugar con los delfines. O con las hormigas, o con las abejas. O con las bacterias. Estoy seguro de que ellas conocen mejor su papel en el mundo que nosotros, y que de algún modo son conscientes de que su existencia tiene algún significado.

Qué tedio, coño.

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