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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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miércoles, 17 de febrero de 2010

Obscenidades

Tuve un compañero, en una ocasión, al que le daba vergüenza emplear el mono de trabajo obligatorio para desempeñar su labor, que era la de mecánico; aquel mono azul tan sufrido que hoy se usa mucho como recurso carnavalero de bajo presupuesto. Tanto era el reparo que tenía el hombre en usar aquella prenda que, según él mismo nos confesaba, le pedía a su mujer que después de lavarlo no lo pusiese a secar en el tendal para que no quedase expuesto a las miradas de los vecinos. Aquel compañero llegaba con chaqueta americana todos los días a trabajar al taller, e incluso visitaba a los clientes cuyo vehículo debía reparar con una impecable corbata. A mí, aquella vergüenza me parecía algo casi obsceno, porque suponía que aparentar ser lo que en realidad era, es decir, un obrero, era un sufrimiento casi angustioso para él.

Aparte del punto pelín esquizofrénico que implicaba aquella conducta, imagino el dolor que supone para quien tiene que sufrirla (su mujer, que a saber cómo se las arreglaba para disimular aquella situación), sobre todo si intenta además comprenderla. Estos días he visto algo parecido, aunque mucho más llamativo:


No me atrevo a decir que sea grave que Leire Pajín se acerque a un acto tan glamuroso como la entrega de los Goya como si de una estrella más se tratase; pero sí que, en los tiempos que corren, que esta chiquilla acuda a los mítines de su partido (PSOE: Partido Socialista ¿Obrero? Español) en vaqueros y con jersey de cuello largo, en plan progre, elevando el puño al cielo mientras tararea 'La internacional' y que, en eventos como éste, se atreva con un vestido de Hanníbal Laguna para no desentonar con el firmamento cinematográfico que la rodeaba, pues... me recordó a aquel compañero que se avergonzaba de lo que era en realidad. O que se había olvidado del motivo por el que le pagaban para comer. Claro que ocurre lo de siempre: a la mayoría de la gente lo que le preocupa es que el vestido no le sentaba bien, a Leire. Bueno, algo parecido sucedió con aquel compañero: todo el mundo comentaba la situación pero, al final, terminó siendo inspector de campo, y cobrando más del doble de sueldo que de mecánico...

A mí no me importa que este mundo sea así. Sé que cada situación en esta vida requiere comportamientos diferentes, e insisto en que lo de la Pajín, extensible a casi todos/as los de su partido no es tan grave, pero... yo sigo pensando que este tipo de actitudes es obscena.


P.S.: En 'Perdidos' prometieron dar respuesta en la última sesión de la serie a todas las preguntas planteadas en cinco temporadas. Van tres episodios, y lo están liando todo todavía más... tengo mucha curiosidad por ver cómo salen del enredo, de verdad....

...P.P.S.: ...pero este año me quedo con 'Fringe'. Para mí, la mejor serie del momento, sin duda.

Anna Torv, Joshua Jackson y Lance Reddick, los protas 

domingo, 14 de febrero de 2010

Carnaval

Qué manía tienen la mayoría de las personas de querer ser quienes no son. Llegan estas fechas y parece que se olvidan de todo lo demás: sólo piensan en encontrar una máscara para ocultar el rostro, cualquier prenda para disimular el cuerpo y pintura, mucha pintura para embadurnarse de arriba a abajo. ¿Y a los que nos nos gustan los disfraces, qué? ¿Porqué tenemos que aguantar año tras año que nos vengan a tocar los cojones gente con la cara tapada y, encima, si no les reímos la gracia se burlan de nosotros? ¿Tan horrible es el resto del año que hay que aprovechar estos pocos días para divertirse siendo lo que no se es?

Qué asco el puñetero carnaval. Todos los años lo digo, y no dejaré de hacerlo. Lo odio.



P.S.: Que el Rey sea el único que intente aportar algo de sentido común en este país, dice muy poco de los que mandan. O eso, o es que realmente ve muy mal la cosa.

P.S.S.: Ví 'El hombre lobo': muy floja. También 'Historias de San Valentín': muy bonita. Ñoña, evidentemente, pero agradable. Y 'The road': rara. Ni empieza, ni acaba.

martes, 9 de febrero de 2010

Envidias

Decía don Quijote que todos los vicios traen algo de deleite consigo; excepto la envidia, que no trae sino disgustos, rencores y rabias. A Sancho, que le hacía caso en muchas cosas y en otras no, ése le pareció un buen consejo. Pero el resto de españoles, en general, nos lo pasamos por el forro, desgraciadamente. Aquí, a nada que destaques un poco en el campo que sea estás perdido; y si destacas mucho, ten por seguro que te rodeará la consabida ong de parásitos y personajillos varios arrimándose a sombra que bien cobija pero, sobre todo, serás el objeto de la envidia más insana que se pueda imaginar de todo quisque. Todos conocemos ejemplos de eso, e incluso seguro que lo sufrimos alguna vez cuando la profe nos felicitó en clase, cuando nos dieron un ascenso en el trabajo o cuando ganamos la Liga de Peñas de fútbol aficionado. Da igual la dimensión del hecho: lo primero y fundamental para los españoles es envidiar al prójimo.

Ahora algunos la han tomado con Penélope Cruz. Tercera nominación al Oscar, lo que supone un logro histórico para un artista patrio, y proliferan en facebook los grupos del tipo 'aunque tenga un oscar sigue siendo una petarda', 'porqué Johnny Depp no tiene un oscar y Penélope sí', y tonterías parecidas. En alguna prensa más o menos seria ya he leído lo sobredimensionada que está la carrera de la madrileña, lo faltos que deben de andar en Hollywood de talento, los méritos que habrá hecho la Pe para conseguir tales honores... Lo que más gracia me hace es que, puestos a preguntar a quien suelta todas esas perlas, resulta que muy pocos conocen la carrera de la estupenda y guapísima actriz que es Penélope Cruz, y se limitan a juzgarla por sus apariciones en el papel couché o por su (larga, eso sí) lista de conquistas amorosas. Dios la libre de ganar otra vez el próximo mes: desde algunos púlpitos la despedazarán sin piedad. Ahora va a resultar que, en la industria de cine más poderosa del mundo, son tan imbéciles que premian a los que carecen de talento...

Así que no estoy muy seguro de que el caballero de la Mancha tuviese razón: aquí parece que la envidia, lejos de traer disgustos, se ha convertido en el principal estímulo que necesitan muchos para vivir. Y cuando no hay nadie para envidiar... pues lo inventamos.

Ay, si don Quijote levantase la cabeza... ¡Ánimo, Pe, y suerte con el tío Óscar!

P.S.: Comenzó la temporada final de Perdidos con la emisión de los dos primeros episodios. No sé qué coño van a hacer, pero lejos de ir solucionando problemas, se están metiendo en un jardín del que no sé cómo van a salir. Qué lio, madre mía... pero yo no me pierdo ni un minuto de aquí a mayo.

domingo, 7 de febrero de 2010

Refranero

Estoy harto del refranero popular español. 'A quién madruga, Dios le ayuda': falso. Me canso de saltar de la cama antes de las siete de la mañana y todo me lo guiso y me lo como yo solito. De la misma forma que si me levanto a las tres de la tarde, por cierto. 'El saber no ocupa lugar': mentira. Está científicamente comprobado que es justo lo contrario: cosa que aprendemos, neuronas que dejamos insevibles para toda la vida. 'El dinero no da la felicidad': ni lo comento. Esto lo dijo uno que se arruinó, fijo. O un ingenuo integral. 'Desafortunado en el juego, afortunado en amores': éste es el que más me jode de todos. Llevo 12 partidas de las últimas 13 jugadas (mal número) de la Liga Interclubes de mus perdiendo como un vulgar principiante, sin ligar una jugada decente y cansándome de cantar pares no y juego no; y en cuanto llego a la Asociación cada viernes a entregar el acta de la última derrota ya me saludan los graciosos de turno con el consabido '¿perdiste de nuevo? ¡Lo que debes de follar!'. Sonrío, claro, y salgo del paso como puedo, normalmente continuando con la coña. Pero no voy a ponerme a explicar detalles de esa índole en medio de un bar, ni a gritar que no me como un clavel desde hace la mitra de tiempo, con todo quisque mirándome... para que encima el vacile sea doble.

Así que sólo me queda cagarme en el puñetero refranero español, y acordarme de los antepasados del gracioso al que se le ocurrió eso de 'desafortunado...', y no precisamente para rendirles homenaje.

P.S.: Por favor, no nos olvidemos de Haití:


ni de Irak:


ni de Afganistán:


y tampoco dejemos en el olvido a Darfur:

viernes, 5 de febrero de 2010

Calendario

Qué pereza da iniciar otro fin de semana de invierno... Se suceden invariablemente uno tras otro y sólo varía la fecha del calendario. Hoy toca perder la habitual partida de mus; mañana gimnasio – cine (Tiana y el sapo: manda Paulita) – paseo – navegar por la red – ver vieja serie (Frasier esta temporada), el domingo el plan se convierte en gimnasio – cine – café – café – café – navegar por la red – vieja serie... En fin, suena a queja pero no pretendo que lo sea. En cuanto pasen las semanas y mejore un poco este frío tiempo que tenemos a ver si busco un viajecillo por ahí, otra muesca más para añadir a mi todavía breve colección y otro imán souvenir que pegar en la puerta de mi nevera, que está muy vacía. Me apetece mucho probar la línea que abre Vueling con Amsterdam a partir de marzo, estuve comprobando precios y horarios y no está tan mal. Sale de Alvedro el sábado a media mañana, estás en Holanda para comer, y se vuelve el lunes temprano: en abril hay billetes desde 120 pavos todo incluído, precio desde luego muy apetecible. A ver si me animo, y me acompaña un poco la economía, que la verdad es que está tiritando... Además, así no me corroerá tanto la envidia del pedazo itinerario que se montaron unos amiguetes del Drowsy, que se van el próximo mes a Japón por una cantidad ridícula de dinero. Visitan Tokio y Kyoto, y se encargan de recordármelo cada vez que me ven... ¡Mierda de crisis!

Pues mientras el calendario no avance hacia días más claros, me consuelo con mi mus, mis pinitos iniciales en el póker (ya hablaré de esto otro día) y con alguna canción:


P.S.: Dos años de recesión. Sigo viendo cines y restaurantes casi llenos. Será que no sé mirar.

P.P.S.: La foto del día:


miércoles, 3 de febrero de 2010

Coruñeses viajeros (II)

Como decía en otro post, me resulta muy difícil elegir qué lugar de los que he visitado en mis viajes me gustó o impresionó más. Vaya por delante que yo soy básicamente urbanita, y lo que realmente me gusta conocer son las ciudades. Para mí una ciudad no es solamente una lista de lugares en los que hay que estar, sitios por los que es obligatorio pasar, tomarse un café o ir a comer. No; también significa un fin en sí mismo, el destino de todos los preparativos que conlleva y el propio desplazamiento en sí: el medio elegido para hacerlo, la época del año en que lo realizo... Me gusta considerar un viaje como una experiencia completa; y cuando se lo cuento a quien quiere escuchar, lo hago contando todos los detalles que lo rodearon.

Es por ello que le tengo un cariño especial a Londres. Fue mi primer viaje al extranjero, en 2002, poco después de los atentados en Nueva York. Luego regresé otras tres veces, siempre en buena compañía, pero como todo el mundo sabe la primera es la que te marca. Aunque sólo fueron cuatro días me parecieron suficientes para vivir una buena experiencia. Me encontré la gran ciudad que esperaba ya al primer vistazo, desde el autobús que me trasladó desde el aeropuerto, pero además hacía sol, un invitado que no esperaba. Ya se sabe, hay clichés que no pueden ignorarse, y el mal tiempo londinense era tan legendario que me sorprendió la bonanza climatológica. Es como si estás en Santiago de Compostela y no llueve: no es lo mismo. Además, el guía que nos acompañó desde Gatwick hasta el hotel en Gloucester Road nos dijo, para mi incredulidad, que el centro Londres era un lugar por el que podíamos pasear tranquilos, que sería muy raro que tuviésemos cualquier tipo de incidente desagradable. Me costaba creerlo de una megalópolis tan enorme (80 kilómetros de este a oeste), pero pude comprobar que sus palabras eran acertadas. Después vino descubrir poco a poco Piccadilly Circus, Hyde Park, Trafalgar Square, las tiendas de Oxford Street, el Parlamento y el Big Ben, St. James Park (el más bonito de todos los parques de la ciudad), y los fabulosos mercados de Coventry Garden, Portobello Road en Notting Hill y, sobre todo, Camden Town. Qué maravilla, Camden. Y Harrods. Y The Mall. Y la ribera del Támesis. Y la gente: en aquel primer viaje, pensé sinceramente que era imposible que existiese una ciudad tan cosmopolita como Londres, en donde todo el mundo parecía ir a los suyo, sin importarle ni el aspecto ni la forma de vida de los demás. Nunca olvidaré aquella pareja de gays que se besaban apasionadamente ante un semáforo próximo a Carnaby Street: si hubiesen podido fijarse en mi cara de lelo intentando apartar la mirada seguro que se hubiesen reído mucho. Regresé de aquel viaje tan impresionado como si fuese un niño, pensando que había tenido mucha suerte con el hecho de que mi primera aventura en el extranjero hubiese sido en la ciudad más bonita del mundo.

Sensación que duró, al menos, hasta mi siguiente destino: Roma.