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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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martes, 9 de febrero de 2010

Envidias

Decía don Quijote que todos los vicios traen algo de deleite consigo; excepto la envidia, que no trae sino disgustos, rencores y rabias. A Sancho, que le hacía caso en muchas cosas y en otras no, ése le pareció un buen consejo. Pero el resto de españoles, en general, nos lo pasamos por el forro, desgraciadamente. Aquí, a nada que destaques un poco en el campo que sea estás perdido; y si destacas mucho, ten por seguro que te rodeará la consabida ong de parásitos y personajillos varios arrimándose a sombra que bien cobija pero, sobre todo, serás el objeto de la envidia más insana que se pueda imaginar de todo quisque. Todos conocemos ejemplos de eso, e incluso seguro que lo sufrimos alguna vez cuando la profe nos felicitó en clase, cuando nos dieron un ascenso en el trabajo o cuando ganamos la Liga de Peñas de fútbol aficionado. Da igual la dimensión del hecho: lo primero y fundamental para los españoles es envidiar al prójimo.

Ahora algunos la han tomado con Penélope Cruz. Tercera nominación al Oscar, lo que supone un logro histórico para un artista patrio, y proliferan en facebook los grupos del tipo 'aunque tenga un oscar sigue siendo una petarda', 'porqué Johnny Depp no tiene un oscar y Penélope sí', y tonterías parecidas. En alguna prensa más o menos seria ya he leído lo sobredimensionada que está la carrera de la madrileña, lo faltos que deben de andar en Hollywood de talento, los méritos que habrá hecho la Pe para conseguir tales honores... Lo que más gracia me hace es que, puestos a preguntar a quien suelta todas esas perlas, resulta que muy pocos conocen la carrera de la estupenda y guapísima actriz que es Penélope Cruz, y se limitan a juzgarla por sus apariciones en el papel couché o por su (larga, eso sí) lista de conquistas amorosas. Dios la libre de ganar otra vez el próximo mes: desde algunos púlpitos la despedazarán sin piedad. Ahora va a resultar que, en la industria de cine más poderosa del mundo, son tan imbéciles que premian a los que carecen de talento...

Así que no estoy muy seguro de que el caballero de la Mancha tuviese razón: aquí parece que la envidia, lejos de traer disgustos, se ha convertido en el principal estímulo que necesitan muchos para vivir. Y cuando no hay nadie para envidiar... pues lo inventamos.

Ay, si don Quijote levantase la cabeza... ¡Ánimo, Pe, y suerte con el tío Óscar!

P.S.: Comenzó la temporada final de Perdidos con la emisión de los dos primeros episodios. No sé qué coño van a hacer, pero lejos de ir solucionando problemas, se están metiendo en un jardín del que no sé cómo van a salir. Qué lio, madre mía... pero yo no me pierdo ni un minuto de aquí a mayo.

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