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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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lunes, 20 de septiembre de 2010

(Im)paciencia

Esta semana ví en algún programa de la tele (creo que en El Intermedio) que la mayor parte de los usuarios de Facebook, que son la mayoría de jóvenes occidentales de entre 16 y 40 años, cuentan en sus perfiles con centenares de amigos; pero que, en realidad, sólo mantiene algún tipo de contacto real con una veintena de ellos. El reportaje era en clave de humor, con entrevistas en las que todo el mundo se desternillaba de risa con las preguntas (el que las hacía y su destinatario) y destacando los aspectos más simpáticos del asunto, pero creo que el dato no sorprende a nadie: tal y como está diseñada la red social en cuestión, para aceptar una solicitud de amistad sólo hay que hacer click en un icono; y así hace amigos cualquiera. Cuando éramos tiernos infantes teníamos que rondar varios días a algún chaval al que le habíamos echado el ojo para que se integrase en nuestra pandilla, después él tenía que darse cuenta y dejarse rondar, luego se producía un tímido acercamiento con frases elaboradas del tipo: ‘¿Qué?’, ‘¿qué de qué?’, ‘¿echas un partido?’, ‘bueno, no sé’, y cosas así. Y tras algunas semanas dándonos patadas y pinchándonos los balones con los que jugábamos al fútbol podíamos empezar a considerar que ese chaval iba a ser un colega. Nada unía más que romperle los juguetes a tu mejor amigo.

Pero en la Era de la Información todo eso ha cambiado tanto como el día que deja paso a la noche, y por eso el que alguien tenga en Facebook, en Twitter o en Tuenti cientos o incluso miles de amigos o seguidores no es nada reseñable. Sin embargo, ayer sí me sorprendió leer en algún suplemento semanal que hay webs que están triunfando al ofrecer la posibilidad de dar de baja a la gente que ya se ha cansado de las redes sociales y su constante vulneración de la intimidad. Parece ser que muchas personas, evidentemente jóvenes en su mayoría están hartas de tener a ex-parejas, ex-amigos, ex-conocidos, ex-ex y ex-loquesea hurgando en las fotos (que cuelgan para que vean únicamente la gente que les interesa), rastreando los comentarios que dejan en alguna actualización de otras personas y enterándose, en fin, de lo que pasa en sus vidas. Sitios como Suicide Machine o Seppukoo se encargan de dar de baja, minuciosamente, cada foto, comentario o rastro que tenga un perfil determinado en la mayoría de redes sociales, y están experimentando un auge bestial. Yo comprendo esa sensación, la de que tu propia vida se ha escapado sin querer de las manos exponiéndola, aunque sea muy poco a poco, a los ojos virtuales de los demás usuarios de internet. De hecho ya he borrado algunos perfiles en la mayoría de sitios en los que me he dado de alta en alguna ocasión. Lo que ocurre es que como es tan sencillo crear un perfil para acceder a cualquier comunidad virtual de nuevo, pues... que termino por volver cual oveja al redil del que se ha escapado. Es la principal baza de estas redes sociales mastodónticas: su extrema adicción.

Sea como sea, si es cierto que ya nos estamos cansando de Facebook y comenzando a pensar en que es algo que puede pasar de moda próximamente, tengo que llegar a una conclusión: esta generación se está convirtiendo en la más impaciente de la historia de la Humanidad. A ver, ¡si Facebook tiene apenas seis años de edad! ¡Ni siquiera se ha estrenado la película sobre su oscurísimo origen! ¡Si eso era lo que necesitaba, no hace tanto, una serie de televisión para empezar a ser conocida! No hay duda de que de un tiempo (corto) a esta parte la información fluye de tal manera que hay que hacer sitio enseguida para la enorme cantidad de datos que viene pidiendo paso, y lo que hoy es noticia novedosa mañana estará obsoleta; pero esta velocidad en la ecuación acogimiento-aceptación-uso-abandono de una idea... no sé, como que da un poco de miedo. O quizá es simplemente lo que hay, y los que vamos cumpliendo años tenemos dificultades en adaptarnos al medio... aunque lo intentemos.

En fin. Falta poco para internet v3.0, dicen por ahí, con nuevas y amenazantes ideas para engancharnos a ellas... y olvidarlas a la velocidad de la luz, por lo que se ve. Ya podía aplicarse esa ecuación a los realitys de la televisión, que a esos no hay web de suicidio virtual que los tumbe...

1 comentario:

la cocina de frabisa dijo...

Yo creo que todo va por modas y ahora estamos en la onda de las redes sociales. Yo también estoy, bueno, voy a hablar con propiedad, me hice un perfil hace ni se sabe, pero no entro.
Cuando recibo en el correo peticiones de amistad, salvo que sea familia que vive en el extranjero o gente muy muy conocida, páso. En cualquier caso, alguna vez que he fisgado en lo que escribe la gente, me alucina.

Me pasma que la gente cuente hasta su más mínimo movimiento a la espera de una respuesta, no sé...

Y lo de las fotos ya es la repera, si las cuelgas en abierto, sabes a lo que te expones. Afortunadamente hay medios en los que puedes colgar fotos y dar permisos para verlas.

La sangre no llegará al río, pero está habiendo problemas serios con ese tema.
Hace unas semanas fui a la policía a denunciar el robo de mi bolso y estaba un padre denunciando que una amiguita de su hija le había cerrado la cuenta a su niña de modo fraudulento!! Muerta me quedé.

En fin, que a mí me encanta internet, pero no le veo utilidad a todo lo que se mueve en este mundo.

un bico