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- Las religiones son como clubs, exclusivistas todas. Fomentan el concepto de los nuestros para que sepas a quién odiar. (Desmontando a Harry, 1997)

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viernes, 3 de septiembre de 2010

El final del cuento

Reconozco que aún pervive dentro de mí ese niño que, dicen los más pedantes, todos llevamos dentro. Yo no creo eso, que lo llevemos todos; pero en mi caso es así en muchas épocas de mi vida. Por eso cuando hace un par de meses el portero besó a la reportera tras el final feliz(ísimo) del cuento, no pude evitar emocionarme un poco; y eso que sabía que le iban a caer un montón de palos de todos aquellos que, escondidos bajo un manto de corrección profesional, le envidiaban hasta enrojecer de ira el no ser ellos los protas del relato. 

El cuento siguió durante buena parte del verano, supongo que tras comer las correspondientes perdices: todos contemplamos (internet y el papel couché es lo que tienen) las andanzas de príncipe y princesa desde Ávila hasta los USA, admiramos lo mucho que se querían y, sobre todo, lo bien que se visten los dos cuando la ocasión lo requiere y hay flashes para inmortalizar el momento. Sobre todo ella, que da la impresión de que se levanta de cama tan fresca como una rosa empapada en rocío. Y aquí quería llegar yo.

Hoy en día la niña parece un anuncio de Zara. O de Mango, o de Desigual. Camiseta que se pone, a los cinco días está en los escaparates de todos los centros comerciales del país. Se peina de aquella manera, y por la calle sólo ves ese corte de pelo en toda adolescente que te cruces. Si se calza un vestidito corto de color rojo con taconazos, sólo tienes que pasarte por el centro de cualquier ciudad para verlo reproducido cual sala de mil espejos en los grupitos de chicas que salen a pasear y a lucir palmito. Ahora resulta que ha puesto de moda unas pulseras con una cruz, o algo parecido, que se comercializan a 7 pavos (¡si son un simple cordón de colores, por Cristo!) y que hay que llevar varias para que molen, que una sola queda mal...

A mí me cae bien la reportera, como ya he escrito por aquí. Y seguro que no tiene la culpa de que estemos aborregados y nos limitemos a copiar lo que vemos, o que nos dejemos influenciar tanto, tanto por lo que vemos y oímos; y lo del rebaño también ya lo he dejado claro en más ocasiones. Sin embargo, no puedo evitar pensar que hay gente muy conocida que, hagan lo que hagan los paparazzis o quien sea, es capaz de evitar los focos que apuntan hacia ellos, por muy molestos e insistentes que sean. Así que cuando alguien está tan a gusto siendo el centro de atención, sabiendo cómo están las cosas y la influencia que puede tener esa actitud en los impresionables adolescentes, por ejemplo, y deja que su vida se convierta en un escaparate en el que brillan muchas luces con marcas muy conocidas y comerciales, pues... como que todo lo pasado pierde un poco de valor. Por muy bonito que le haya parecido a millones de personas.

Me pregunto, entonces, si aquel beso fue espontáneo de verdad. O, al menos, si las dos partes, príncipe y princesa, tenían las mismas intenciones...

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La última barrabasada de Rober Rodríguez: 'MACHETE':

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